Las tablas del pasadizo peatonal del Puente de Occidente nuevamente presentan un progresivo deterioro a lo largo de sus 291 metros de longitud. Según los comerciantes del sector, todo se debe a la falta de mantenimiento por parte de la Gobernación de Antioquia, dueña de la estructura colgante.
De nuevo el Puente Colgante de Occidente, símbolo de la ingeniera colombiana del siglo 19, vuelve a estar en la lupa de la comunidad, debido al progresivo deterioro de sus tablas por uno de los pasadizos peatonales habilitados, por el que a diario transitan nativos y turistas.
Así lo pudo comprobar la lente del fotógrafo y reportero gráfico de EL SANTAFEREÑO, Juan Carlos Velásquez Posada, la tarde del domingo 22 de mayo, quien en varios tramos de este corredor pudo observar y captar como en algunos casos la madera se ha resquebrajado, y en otros se ha salido de las vigas.
QUÉ DICEN LOS COMERCIANTES DEL PUENTE
Ante este panorama, EL SANTAFEREÑO consultó la opinión del presidente de la Junta Directiva de la Asociación de Venteros Estacionarios del Puente de Occidente, Asopevo, Henry Roldán, quien manifestó que luego de la última intervención que tuvo el puente hace ya 8 años, la Gobernación de Antioquia a través de la Secretaría de Infraestructura Física, no se ha dignado en hacerle mantenimiento a la madera, pues según los especialistas en la materia, este debe hacerse cada año.
“Las dos firmas contratistas que lo han restaurado en los últimos 20 años, afirman que si bien se garantiza la restauración por un tiempo, es menester que por lo menos cada año se pueda hacer un contrato de mantenimiento, sobre todo para pintar la madera, porque a la final el sol y el agua terminan por levantar y cristalizar la pintura, y ahí es donde las tablas se llenan de hongos y bacterias”, explica el directivo.
Como se recuerda, la última restauración de esta obra construida por el ingeniero sopetranero José María Villa en 1895, fue en diciembre de 2014 durante la administración departamental del gobernador Sergio Fajardo Valderrama.
En esa ocasión, no solo se le cambió la madera al puente en su tablero central y en ambos pasadizos, sino que se le puso una malla protectora en los corredores peatonales.
Y es que si bien en la actualidad la citada malla se observa en condiciones estables, es impredecible asegurar su resistencia, más ahora cuando algunos tramos peatonales presentan desniveles, debido al resquebrajamiento de varias de sus tablas.
¿Será que tendremos que esperar una nueva y dolorosa tragedia familiar como la presentada en diciembre de 2012, cuando un profesor de Betulia y su pequeña hija que venían de paseo a visitar el puente se hundió en el río Cauca al pisar una tabla en mal estado para nunca más encontrarlos?
¡Dios nos salve de ese horror…!
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