Por: Mesa de los Asuntos de las Mujeres de Santa Fe de Antioquia

Desde la Mesa de los Asuntos de las Mujeres de Santa fe de Antioquia,  ya hemos realizado distintos pronunciamientos y lo seguiremos haciendo como forma de rechazo ante actos de violencia, pero hoy queremos hacer una reflexión en torno a esos seres que con más frecuencia encarnan la violencia contra las mujeres, los hombres; esos que hacen parte de nuestras vidas y que se encuentran en estados dolorosos de represión emocional y mental, que no les permite versen o sentirse de manera reflexiva para revisar su alma, su pensamiento, se sentir, su actuar; se les ha enseñado a través de los años que expresar sus sentimientos, llorar, pedir ayuda, reconocer sus problemas, no hace parte del ser masculino, alimentando así egos, ansiedades, rencores, rabias, desenfrenos, enfermedades emocionales que afloran en circunstancias de sobriedad o en estados alterados de consciencia por consumo de sustancias psicoactivas. Como comunidad hemos podido ver el modo en que la violencia contra las mujeres se ha agudizado, o quizá es igual de fuerte que antes, pero ahora sí nos incomoda y no la justificamos, pero además reaccionamos de maneras impredecibles.

Nuevamente volvemos a preguntarnos ¿Cuántas vidas más se deben reclamar ante la violencia sin límite, desgarradora y frenética de una sociedad compulsiva y aberrante? El día lunes en la madrugada una mujer más fue violentada brutalmente por su pareja; fue atendida oportunamente y al parecer ya se encuentra fuera de peligro; sin embargo, la violencia hizo de las suyas y es en este momento su agresor quien se encuentra en un estado lamentable. Es importante que los seres humanos de cualquier género, no continuemos normalizando esos cambios repentinos de estado de ánimo, esa agresividad confundida con hombría, esos celos enfermizos que se justifican en supuestos “amores apasionados”; es hora de que crezca una población de masculinidades no hegemónicas con un reconocimiento a la igualdad y que no reproduzcan más modelos de hombres violentos; es hora de que las mujeres entendamos que también reproducimos el machismo y que también podemos frenar a tiempo muchos hechos lamentables si detenemos la violencia en sus inicios, si entendemos que ella siempre escala y crece y crece, hasta poner en peligro nuestra vida; que siempre hay señales de alarma y que esos compañeros de vida también necesitan que pongamos un límite que les diga hasta a dónde pueden llegar. Hombres y mujeres sumergidos en relaciones tóxicas, deben buscar ayuda; no se pueden normalizar más actitudes que nada tiene de normales; se validan los celos, la violencia y el control como partes inherentes de los vínculos de pareja.

Como colectivo de mujeres somos muy conscientes de que estos comportamientos obedecen a unas historias llenas de dolor, de vacíos y/o abandono; de niños/as que después multiplican sistemas de relación basados en eso que recibieron en su crianza. Invitamos a nuestra población adulta a ser cada vez más consciente en cuanto a los patrones de relacionamiento que les definen, pues tal como reza una conocida frase “No eres responsable de la programación recibida en tu infancia. Sin embargo, como un adulto, eres cien por ciento responsable de arreglarlo”.

Mas, nos encontramos frente a personas que no se hacen cargo y es esta uno de los motivos que genera una respuesta de la sociedad ante estos hechos, especialmente de los hombres, con una violencia que es aún peor y que convierte en verdaderas tragedias griegas estas historias; esa misma violencia con la que este agresor atacó a su mujer, le tiene debatiéndose entre la vida y la muerte; estos son los tipos de ironía que habla de una sociedad enferma, sin estados de conciencia coherentes, incapaz de repugnar la agresividad con actos de paz; si bien es cierto ya muchas personas no creen en las instituciones, son estas las encargados de llevar el debido proceso y su obligación será velar por el cuidado de la vida, pues son las responsables impartir las medidas necesarias para salvaguardar los derechos de las víctimas: esa es su razón de ser.

HUMANIDAD, trabajémonos…

Como mujeres que se aman y se respetan a sí mismas, exigiendo incansablemente nuestro derecho de una vida libre de violencias.

Como hombres que reconocen sus problemáticas, buscan ayuda, reconocen su vulnerabilidad y la forma en que se hace presente cuándo no expresan y asumen reacciones que afectan su integridad y la de los demás.

Como sociedad, para que colectivamente seamos menos agresivos y más mesurados en nuestras reacciones; removamos en nuestro pensamiento, sentimientos y acciones, entendiendo que ninguno de nosotros tenemos el poder de dar justicia a estos actos y que mientras tanto estas acciones nos enferman y nos lastiman más de lo que queremos.

Entendamos que cualquier tipo de violencia sea física, emocional, económica, etc., es el resultado de sentimientos reprimidos, silencioso, no tratados ni expresados, por los que muchos hemos sido heridos de alguna manera; pero para eso hay cura y es trabajar en nuestro ser para tener la capacidad de comprender y tolerar la diferencia de pensamientos, actos, comportamientos de los demás. Aunque nos resulte un desafío, esto nos dará la oportunidad de crecer unas con los otros, porque en este espacio de vida que compartimos, siempre habrá una solución más saludable de transformarnos y construir una sociedad mejor.