Quizás muchos lo han visto caminar de aquí para allá y de allá para acá, velando un pedazo de comida en los restaurantes de la Plaza Mayor de Bolívar. Lo curioso es que muchos se imaginarían que es un perro callejero sin dueño y sin nada de pedigrí, pero se equivocan.
Se llama Mateo, alias “Porquería”, nació hace 11 años en la Granjita Rancho Hotel en el sector del Paso Real de Santa Fe de Antioquia. El origen de su raza se da por el cruce entre un Hush Puppies (raza del padre) y un French Poodle (la madre).
Lo curioso es que es un perro que lo tiene todo pues su casa es nada más y nada menos que el Hotel Pueblito Viejo, ubicado a una cuadra de la plaza, propiedad de Don Jorge Bayona y su señora esposa Carolina Jaramillo.
Lo extraño es que teniéndolo todo, cama, cuido y mucho amor, no hay poder humano que lo retenga en la casa, por lo que diariamente sale de paseo al parque principal con su paso lento y pesado, dado su contextura larga, gordito y bajito.
“Ese es el perro del pueblo, se lo han tratado de robar, pero él no se deja; ese es un perro muy inteligente, aunque un poco vagabundo. Algunos piensan que el perro está perdido, pero no hay tal, tanto así que así sea tarde la noche, el sinvergüenza llega a dormir al hotel en su camita donde no le falta nada. Es más, si se llegara a perder o si se lo robaran, en su cuello tiene incrustado un chip a manera de GPS para localizarlo al instante, dice su dueño, quien ha buscado todas las formas por retener a su can sin éxitos alguno.
Agrega que él piensa que el parque es el patio de su casa, por donde se pasea de día y de noche sin ley que lo controle. A manera de chiste cuenta que los clientes de los restaurantes piensan que el perro está velando, pero lo que pasa es que está “chismosiando”, claro que si le dan un pedazo de carne o de hueso, él no lo rechaza”, anota.
Sin duda es un perro rico con alma de gamín, y pese a que es muy velón, es un perro de paladar fino, pues es amante de la pizza y los helados.
Al respecto EL SANTAFEREÑO consultó la opinión del centro veterinario Huellitas, cuya representante sostuvo que en parte ese comportamiento se debe a que desde pequeño a este peludito se le dio la libertad de salir a cuanta parte quisiera, una costumbre callejera que ya será muy difícil de corregir.
Así es este simpático can que se ha robado las miradas complacientes, no solo de los nativos, sino de los turistas que no comprenden como un perro tan hermoso y bien tenido anda por ahí sin Dios ni ley, como cualquier vagabundo de barrio.