Por: Sergio A. Restrepo Alzate.
Cuenta la leyenda que cuando a un hombre o mujer le llega la hora de su muerte, su alma se desprende de su cuerpo y vuela libremente hasta posarse en una flor. Allí, oculta y a salvo, espera, viendo pasar los días y las noches, mojándose con la lluvia y protegiéndose del viento con cada pétalo que la resguarda. Dicen que en la flor, el alma se purifica, se perfuma y se conecta con la tierra que la ha visto nacer.
Pero un día llega a ella un colibrí y la descubre entre los pétalos. Si es la elegida y le ha llegado el momento, amorosamente la recoge y la lleva sobre su cuerpo volando hacia el paraíso.
Ésa, según cuentan los más sabios de los pueblos más antiguos, es la razón por la cual los colibríes saltan de flor en flor y se alejan volando rápidamente hasta perderse entre las nubes.
Conocido también como picaflor, el Colibrí es una de las aves favoritas para ser observadas y fotografiadas por su gran colorido y belleza, y por supuesto por sus rápidos movimientos, que lo convierten en un objetivo difícil de capturar en una imagen nítida.
Estos pajaritos están entre las aves más pequeñas del mundo, y nos regalan la oportunidad de observarlos a lo largo y ancho del Continente Americano, de donde son originarios.
Algunas especies habitan los bosques tropicales, otras los bosques templados. Por sus características, la familia de los Colibríes (Trochilidae) es bastante distinta a cualquier otra familia de aves, además de estar entre las más numerosas y variadas (unas 320 especies en más de 100 géneros).
Su mayor característica es, además del rápido batir de sus alas (unas 1,250 veces por minuto), capaz de moverse indistintamente en cualquier dirección, siendo capaz de volar “cabeza abajo” por cortas distancias.
Dada la extrema velocidad con la que baten sus alas, en algunos lugares del continente americano se les ha llamado “pájaros mosca”, ya que además de producir un zumbido característico (como el de una mosca), tienen la asombrosa capacidad de mantenerse estáticos en el aire. Esta actividad metabólica en alta velocidad implica que, como cualquier máquina, requieren consumir una gran cantidad de energía a intervalos de tiempo cortos.
COLIBRÍES DE COLOMBIA
Todas esas descripciones y comportamientos los recopiló el ornitólogo caucano Fernando Ayerbe Quiñones en su libro Colibríes de Colombia. Una guía ilustrada publicada por la organización Wildlife Conservation Society (WCS) en la que registra las 165 especies de Colombia más una hipotética, lo que convierte al país en el mayor poseedor de especies de colibríes, seguido por Ecuador (163) y Perú (118). En total, 404 ilustraciones de machos y hembras que componen la guía más actualizada de estas aves.
Una de las grandes ventajas que los colibríes tienen es su capacidad de memoria y aprendizaje, lo que sumado a la confianza en sus ágiles reflejos, resulta en la adopción de un bebedero artificial como una fuente permanente de alimento. Es así como se ha vuelto toda una tradición tener en cada jardín o inclusive un balcón, uno o varios bebederos con una interminable provisión de energía pura, lo que ha permitido que en algunos sitios los colibríes sean más comunes que antes.
Existe una controversia en relación con los bebederos artificiales, ya que aunque por una parte han ayudado a incrementar las poblaciones en áreas urbanas y suburbanas, también están provocando una mayor mortalidad a causa de colisiones con ventanas y encuentros con los gatos que muchas veces viven en el mismo lugar donde se colocan los bebederos. Aunque está poco estudiado el efecto de los alimentadores de colibríes en las poblaciones silvestres, se sabe que éstos no afectan en sus procesos migratorios. Si bien es probable que estemos modificando el comportamiento y los hábitos naturales de algunas especies de colibríes al proveerles alimento ilimitado (a veces de mala calidad), también es cierto que éste “favor” no se compara con el grave daño que le hemos hecho a los ecosistemas donde viven y se alimentan naturalmente, y que son la mayor amenaza para la conservación de las especies.
Para los amantes de los animales nos puede resultar conveniente y éticamente correcto brindarles alimento, ya que de esa forma estamos compensando la pérdida de su hábitat y factores adicionales como la falta de alimento por sequía. Otra de las tendencias modernas, principalmente ahora que se busca atraer a otras especies nectarívoras como mariposas y abejas, es acondicionar los jardines para hacerlos más atractivos para estas especies, eligiendo plantas de mayor floración. De esa forma, además de embellecer su jardín, estará contribuyendo de una forma más natural y responsable a la supervivencia de colibríes y muchos otros animales. Eso sí, ¡tenga cuidado de no dejar a su gato sin vigilar