Por: Sergio A. Restrepo Alzate, Especial para El Occidental.

En el Alto de Chuscal, en la vereda Morritos entre los municipios de Heliconia y Armenia Mantequilla, vive Don Gerardo, un asiduo campesino que toda la vida se dedicó el cultivo del café, el cual ha sido el sustento para levantar sus siete hijos y doce nietos. Su esposa, quién ayuda con las labores del hogar, dedica buena parte del día a alimentar las más de 60 gallinas que libremente se pasean por el solar de la casa; para ella, las gallinas son su tesoro más preciado, pues además de ser su aliciente, se han convertido en fuente de alimento al proveerle huevos y carne durante todo el año.

Recuerda don Gerardo, que en años atrás era común ver el vuelo de un ave rapaz sobre su finca, la cual era un problema; las gallinas eran su presa favorita. Se trataba del Águila Real de Montaña (Spizaetus Isidori), una especie que debido a la deforestación de zonas boscosas busca su alimento en hábitats rurales, y que actualmente está en peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Tanto para Gerardo, su esposa y muchos campesinos más, esta ave representa una amenaza para la supervivencia de los animales domésticos en sus fincas, razón por la que hay una tendencia a matarlas. Debido a ello, con la intención de promover decisiones basadas en evidencias científicas para mejorar las interacciones entre las personas y la naturaleza, Juan Diego Quiroz, Tecnólogo en agrobiotecnología vegetal, se ha dedicado a estudiar por más de siete años los ecosistemas del Águila Real de Montaña en los Municipios de Cañasgordas, Giraldo y Abriaquí en el Alto de Insor. Su propósito, analizar los factores socio-ecológicos que influyen en el conflicto entre los campesinos y el Águila Real de Montaña. Hoy cuenta con el respaldo de la Fundación Águilas de los Andes (FADA), y con el apoyo de Techo de Agua, Grupo Ambiental del Complejo de Páramos Frontino - Urrao, con los cuales realiza capacitaciones dirigidas a líderes ambientales, campesinos y niños en edad escolar, en temas de reconocimiento de la especie, ecología, solución de interacciones negativas y técnicas de ahuyentamiento.

El conflicto entre los campesinos y el águila real de montaña

De acuerdo con los datos presentados en el Libro rojo de aves de Colombia, el Águila Real de Montaña, es una de las 140 especies de aves amenazadas en Colombia, aunque es una especie de amplia distribución en la cordillera de los Andes y la Sierra Nevada de Santa Marta; de hecho es considerada la rapaz andina más amenazada de Suramérica con una población mundial estimada de entre 250 a 999 individuos, de las cuales estiman para Colombia una población entre 160 y 320 parejas, por lo que ha llamado la atención de conservacionistas en varios países de la región.

Según la revista Plos One, la cual publicó en enero de 2020 el artículo Human-raptor conflict in rural settlements of Colombia, en el que está consignado el estudio del Águila Real de Montaña, allí se concluye que la persecución hacia esta ave ocurre como una prevención o represalia ante la depredación de gallinas, siendo la principal causa de mortalidad para la especie en Colombia, en donde ha perdido el 60.6% de su hábitat original y enfrenta otras amenazas como la electrocución y el tráfico ilegal.

Una responsabilidad social y ambiental

Los datos de supervivencia y preservación del Águila Real de Montaña son desalentadores, pero iniciativas como la de Juan Diego para lograr la conservación de esta especie en las cordilleras del occidente del Antioquia, va más allá de la creación de áreas protegidas y de integrar enfoques socio-ecológicos en prácticas de conservación en paisajes dominados por humanos.

Por eso, surge un llamado a tomar acciones para mitigar y prevenir el conflicto humano-águila en territorios reproductivos de esta ave, y motivar la participación de distintos sectores relacionados con la especie, tales como la academia, las comunidades donde se encuentra la especie, las entidades gubernamentales como las Corporaciones Autónomas Regionales CAR, los Parques Nacionales Naturales, Institutos de Investigación, y por supuesto las organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales.