El Valle de Aburrá debe coexistir en las próximas décadas con el Oriente, el Bajo Cauca, Urabá, el Norte y el Occidente antioqueño, territorios con los que conformará una “superciudad” de seis millones de personas.

Por: Juan Diego Ortiz Jiménez, de El Colombiano.

La expansión del área metropolitana colonizará al menos cuatro subregiones de Antioquia en las próximas tres décadas, dinámica que creará una “megaciudad” de seis millones de habitantes.
Esa proyección, sumada a las complejidades y oportunidades de un territorio 30 veces más grande que el Valle de Aburrá, está consignada en el informe “Metrópoli 2050, la Superciudad de Medellín”, contratado por la alcaldía y el Área Metropolitana a la Fundación Metrópoli de España, y cuya primera edición fue entregada en noviembre pasado.
La población urbana ha aumentado de forma exponencial al pasar de 751 millones en 1950 a 4.200 millones en 2018. Según la ONU, 2.500 millones de personas adicionales vivirán en ciudades en 2050, 68 % de la población mundial (hoy vive el 55 % de la humanidad).
Esa aglomeración incrementará la formación de “súperciudades”, núcleos de más seis millones de habitantes. Hoy, añade el informe de la ONU, hay 43 urbes con más de 10 millones, con Tokio a la cabeza con 37 millones.
Las proyecciones de población estiman que durante las próximas tres décadas el número de habitantes del Aburrá crecerá en un millón, hasta alcanzar los 4,8 millones en 2050, esto sin contar la población de otras subregiones. Como ocurre en otras ciudades del mundo, el incremento de la población conlleva una explosión del espacio urbano a un ritmo mayor que el de aumento demográfico.
Anticipándose a esa dinámica, el informe propone diseñar un territorio en los espacios más dinámicos de la periferia metropolitana, como “una armadura más sólida” para el futuro de Antioquia.
“Cuanto más desarrollada es un área urbana, mayores son las necesidades de nuevas superficies para espacios productivos, sistemas de transporte, equipamientos y espacio público, mientras que se reduce el número de personas por hogar”, afirmó el estudio.

LA NUEVA COLONIZACIÓN
En los próximos 30 años, el Valle de Aburrá, tal como ocurrió en los siglos XVIII y XIX con la colonización antioqueña, se expandirá hacia las subregiones de Oriente, Occidente, Norte y Urabá, territorios que soportarán su crecimiento futuro.
Cabe apuntar que el área metropolitana ocupa el 2 % de la superficie de Antioquia pero en ella reside el 60,4 % de la población. El desarrollo económico también está concentrado porque el 66,2 % del Producto Interno Bruto de Antioquia lo aporta el Aburrá.
Pero el territorio ya no da más. Ese proceso de ensanchamiento urbano, en un valle estrecho, ha generado ocupación de las laderas, lo que produce desconexión, segregación social y riesgos naturales.
El estudio prevé que la tasa de crecimiento esperable para el área metropolitana en las próximas tres décadas sea de 2,3 % anual, por lo que tendría que anexar 37.700 hectáreas a su superficie construida.
“Dadas las condiciones físicas del territorio, difícilmente el área podrá agregar en los próximos años las miles de nuevas hectáreas urbanas que demandará su desarrollo”, diagnosticó el informe.
Añadió que es necesario que se incorporen a las estrategias de planificación regional los espacios de su nuevo entorno, de manera que se dé un proceso de crecimiento ordenado, eficiente y sostenible, como transición de área metropolitana a Súperciudad.

LA RUTA DE LA EXPANSIÓN
Los ámbitos incluidos en ese nuevo megaespacio urbano incluyen 24 de los 25 mayores municipios de Antioquia y todos aquellos en los que habiten más de 45.000 habitantes. Estos territorios abarcan una superficie de 35.194 kilómetros cuadrados, 55 % de la superficie de Antioquia y en ellos viven 5,9 millones de habitantes, 89% de la población.
Pero, sostuvo el estudio, para que Medellín pueda ampliar su demanda de servicios, debe primero fortalecer las interrelaciones con los sistemas urbanos subregionales. Del otro lado, para que las subregiones puedan impulsar nuevas dinámicas económicas, aumentar su productividad y mejorar las condiciones de vida, se deben optimizar los servicios públicos y las conexiones viales, además de consolidar sus economías locales.
“El diamante que conformaría (forma que tendría la unión de las subregiones) es una estrategia para definir una estructura policéntrica integrada y competitiva. Se orienta a fortalecer a cada núcleo a partir de sus potencialidades (...) y configurar una estructura que, en conjunto, es más compleja, diversa e innovadora que cada elemento por separado”, explicó.
La gran región abarcará sistemas hídricos y naturales, áreas rurales, espacios agrícolas, zonas forestales y paisajes de montaña que se conectan mediante una red fluvial que se extiende por las cuencas del Cauca y del Magdalena.

UN GRAN ANILLO VIAL
Dentro de las propuestas que trae el informe se recomienda el desarrollo de un gran anillo circunvalar que ofrezca un sistema de conexiones que rodee la metrópoli sin necesidad de cruzar por las zonas urbanas.
¿Qué ventajas tendría? Explicó el estudio que se reducirán los tiempos de viaje en las conexiones exteriores, facilitará desplazamientos y liberará del tráfico de paso a las zonas de mayor densidad.
En algunos tramos, el gran anillo utilizará elementos viales existentes que serán objeto de mejoras (vía al mar entre Bolombolo y Santa Fe de Antioquia, conexiones Santa Fe de Antioquia - San Jerónimo o Donmatías-Barbosa).
En otros tramos discurrirá en paralelo a vías y ejes urbanos ya existentes, como Bello-Marinilla, donde se plantea una nueva vía rápida a lo largo del valle de San Nicolás.
En gran parte de su recorrido esta circunvalar es una propuesta a largo plazo que conlleva otras obras en zonas de montaña por las que en la actualidad solo operan carreteras secundarias, como ocurre en el norte, entre San Jerónimo y Donmatías, o al sur entre La Ceja y Bolombolo.
Tendría especificaciones de doble calzada que permitan eficiencia en cuanto a tiempos de viaje, seguridad y capacidad para acoger volúmenes de tráfico cada vez mayores.
Pero la movilidad de la gran ciudad debe tener como base el sistema de ferrocarril multipropósito que integre el Aburrá, con Oriente, el Suroeste, el Nordeste y Urabá.
“Este sistema ferroviario se inserta en un desarrollo de mayor alcance, haciendo de la Súperciudad el nodo de enlace para un ferrocarril interoceánico mediante la conexión del ferrocarril del Pacífico con la del Magdalena, a lo largo del corredor La Felisa-Amagá-Medellín-Puerto Berrío”, justificó. Además, se plantea una nueva línea ferroviaria, conectada con el eje interoceánico hacia los futuros puertos de Urabá, de Bolombolo a Necoclí.
Sin embargo, cada núcleo deberá implementar sistemas de transporte masivo para resolver las necesidades de desplazamientos internos.
Sugirió el estudio dotar a las estaciones de los modos de transporte de parqueaderos, así como conectarlas con los ejes peatonales, carriles para bicicletas y buses, para incentivar el uso del transporte público como alternativa preferible al vehículo privado.

CIUDAD CULTURAL-LOGÍSTICA DE OCCIDENTE
El territorio central del Occidente antioqueño es uno de los ámbitos del entorno metropolitano mejor conectados con el Aburrá a través de nuevas concesiones viales. Esta facilidad y los atractivos ambientales y culturales han impulsado un crecimiento de construcciones en los núcleos de esta región: Santa Fe de Antioquia, San Jerónimo y Sopetrán. La estrategia para este espacio se orienta al fortalecimiento del turismo, la cultura y la logística de transporte. El informe propone la potenciación de un conjunto de centralidades que actúen como puntos de acceso y permitan la acogida de visitantes y la localización de alojamientos, además de la implementación de una Ciudad Creativa en Santa Fe y la disposición de plataformas por el desarrollo de una línea de ferrocarril de Bolombolo a Urabá.