Sin duda la capital no solo es el centro político-administrativo de Colombia. Con cerca de 481 años y más de 7 millones de habitantes, Bogotá es un crisol donde se funden todas las razas y culturas del país, lo que hace de esta urbe una interesante caja de sorpresas a nivel turístico. En esta crónica de viajes lo decimos por qué…

La capital de la República no es solamente el barrio La Candelaria, Chapinero, Monserrate, el Chorro de Quevedo y el parque de la 93. Igualmente no la hace más visitable por estar a 2.600 metros más cerca de las estrellas, o situarse en el centro más poblado del gran altiplano cundi boyancense.

Sin duda, Bogotá y sus alrededores son una caja de pandora llena de sorpresas que invitan a recorrerla y a sentirla no en Transmilenio, como sí a pie, en bicicleta o en carro, pero sin los afanes y carreras que a veces nos demanda esta gran metrópolis de más de 7 millones de habitantes.

Atrás quedó esa fama de ser tierra de todos y de nadie, una ciudad que en el imaginario de otras regiones del país se catalogaba como fría, gris, sucia y desordenada. Y es que una ciudad de 481 años tiene mucha historia que contar y mucha cultura por ver. Por algo en décadas atrás se le conoció como la Atenas suramericana, por su gran producción cultural en campos como la literatura, el teatro y la música, y por la gran cantidad de centros culturales, museos, teatros y bibliotecas.

En un reciente viaje a Bogotá con motivo de la versión 29 de la Vitrina Turística de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo, Anato, celebrada entre el 26 y el 28 de febrero pasado en Corferias, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, con el apoyo del Fondo Nacional de Turismo, Fontur, organizó un Presstrip con un grupo de periodistas nacionales para que conocieran y disfrutaran de otros atractivos turísticos que tiene para ofrecer al visitante la capital y sus alrededores.

El primer destino de este tour express fue la famosa mina de sal de Nemocón, ubicada a una hora de Bogotá, en la vía que conduce a poblaciones como Chía, Cajicá y Zipaquirá.

En medio de un sol esplendoroso el sábado 29 de febrero viajamos en un cómodo bus hacia el norte, en medio de paisajes bucólicos y lecheros, hasta llegar a estas tierras salinas.
Con cerca de 500 años de historia, la mina se encuentra en la puerta de la gran sabana, y en toda la zona urbana de Nemocón, en un antiguo valle de sal. Cuenta la leyenda que el territorio tomó este nombre, pues era el sitio donde los guerreros o los Zipas venían a lanzar sus gemidos, y a entonar sus himnos de tristeza en sus rituales.

En palabras de un guía de la mina, a este mar seco y evaporado se baja a unos 100 metros de profundidad, mina que soporta cerca de 8 millones de toneladas de rocas de sal.

Durante el recorrido bajo la tierra se encuentran alucinados espejos de salmuera naturales, cascadas en sal, la ciudad de las estalactitas y la halita en forma de corazón. Sin duda un mundo fascinante en el subsuelo lleno de magia, color, agua, sal y mucha adrenalina.

Como se recuerda, en esta mina se grabó la película Los 33 que narró la odisea que vivió un grupo de mineros en Chile, cinta que fue protagonizada por el actor español Antonio Banderas; allí el visitante se encuentra con el set que recreó el refugio donde estuvieron los 33 mineros atrapados en la mina San José, y una réplica de la capsula Fenix Dos por donde fueron rescatados.

Luego de un recorrido de casi dos horas, salimos a la superficie maravillados de esta formación natural, única en Colombia.

GAIRA, LOS SABORES DEL ALMA

Ya en horas de la tarde, y en medio de la lluvia regresamos a Bogotá para adentrarnos en uno de los barrios más exclusivos de Bogotá: el Chicó, donde aparte de existir un amplio sector residencial, hay una zona rosa donde sobresalen algunos establecimientos como Gaira Café, “los sabores del alma”, situado en la Cra. 13 #96-11, un café y restaurante propiedad de los hermanos Guillo y Carlos, el famoso cantante vallenato. Allí desde hace más de 20 años se rescata la gastronomía colombiana y del mundo a través de un menú inspirado en las recetas tradicionales de las abuelas. Como lo promocionan en sus redes sociales, “Gaira te llevará al pasado, presente y futuro de la comida de nuestra tierra mientras disfrutas de un espectáculo musical en vivo”, en un ambiente lleno de fiestas color y alegría, con fotografías y esculturas de músicos y artistas por todos sus rincones; sin duda, una experiencia única en Bogotá.

USAQUÉN LLENO DE ARTE

Ya con el ocaso del sábado, el tour hace una parada en una de las localidades más tradicionales de la capital: Usaquén, un exclusivo sector para tardear, bien en su gran centro comercial Hacienda Santa Bárbara, o caminar por su variopinto mercado artesanal lleno de pintores y músicos callejeros, o si es su gusto entrar a sus muchos cafés y restaurantes de comida gourmet.

Cabe recordar que Usaquén, recostado en buena parte sobre los cerros orientales de Bogotá, en el pasado fue asiento de extensas haciendas ganaderas, hoy convertidas en urbanizaciones y grandes centros comerciales.

ANDRES CARNE DE RES

El remate en la noche no podría ser otro que en el afamado restaurante, bar, bailadero, miradero, conversadero y estadero, Andrés Carne de Res, ubicado en la Calle 82 No 12-21, en plena zona Rosa de Bogotá.

Allí en un edificio de cuatro pisos se combina y entreteje un vasto carnaval de sabores y colores lleno de toda la cultura colombiana. Magia, color, música, teatro, pinturas, esculturas, aromas y sabores se combinan en este gran restaurante fundado hace 34 años por el paisa Andrés Jaramillo en un pequeño local en Chía, un sitio que se ha convertido en un símbolo de la gastronomía colombiana. Allí, entre carnes, rumba, vinos y cervezas muchos rematan el viernes cultural.


PALOQUEMAO, PLAZA LLENA DE SABORES

Pero este Presstrip no terminó ahí. Al día siguiente sábado 1 de marzo, bajo la batuta del guía profesional Oscar Beltrán, el próximo destino fue la Plaza de Mercado de Paloquemao, conocida como una de las plazas más y mejor surtidas del país, donde la vista, el olfato y el gusto se alborotan al presenciar ese abundante arsenal de colores y sabores, representados en sus frutas, hortalizas, verduras y flores siempre frescas, recién llegadas del campo.

Situada en la Calle 19#25-02, en el oriente de la capital, es una de las visitas obligadas para comprar, no solo por parte de los propios bogotanos, sino del turismo nacional y extranjero que se deleita y asombra ante la exótica variedad de productos que se cultivan en Colombia.

MUSEO QUE VALE ORO

Nuestro periplo prosigue hacia el centro de la capital a visitar uno de los museos más impresionantes de Colombia y el Mundo: El Museo del Oro, propiedad del Banco de la República hace cerca de 80 años.

El Museo, ubicado en el costado oriental del parque Santander, en el centro histórico de Bogotá, conserva y expone piezas de orfebrería y alfarería de las culturas indígenas del periodo precolombino de Colombia; cuenta con más de 30.000 piezas hechas en oro, 20.000 de objetos líticos, cerámicos, piedras y textiles pertenecientes a las culturas Quimbaya, Calima, Tayrona, Zenú, Muisca, Tolima y Tumaco entre otros.

Entre las piezas más importantes se destacan el poporo Quimbaya y la balsa muisca que fue encontrada en el municipio de Pasca, en la cual se representa la ceremonia de la ofrenda en la laguna de Guatavita, cercana a Bogotá.

El Museo del Oro guarda en su interior la mayor colección de orfebrería prehispánica de todo el mundo. Tanta es su importancia, que en el 2018, la revista National Geographic lo destacó como uno los mejores museos de historia del planeta, junto al Museo de Auschwitz-Birkenau (Polonia), los museos del Vaticano (Italia) y el Museo de Pérgamo (Alemania), entre otros.

El museo está abierto de martes a sábado de 9 de la mañana a 6 de la tarde, y los domingos, de 10 de la mañana a 4 de la tarde. Su recorrido tomará de dos a tres horas, luego de las cuales los ojos saldrán maravillados de ver lo rica que ha sido nuestra cultura ancestral.

LA CANDELARIA, JOYA POR REDESCUBRIR

Antes de terminar este recorrido por algunos de los sitios no tan conocidos de la capital colombiana, no podía faltar el paseo a pie por su zona histórica, el emblemático barrio de La Candelaria, lleno de casonas y balcones centenarios donde se respira un añejo aire de grandeza e historia.

Allí el uso residencial se combina con un extenso uso comercial y cultural, donde predominan cafés, restaurantes, teatros, bibliotecas y museos.
Para el visitante se hace imperdible tomar la media mañana, el algo o la merienda, en cafeterías como la Puerta Falsa, fundado en 1.816, considerado como el café y restaurante más antiguo de Colombia. En este pequeño y acogedor lugar ubicado al frente de la Catedral Primada de Colombia y a 20 pasos de la Plaza de Bolívar, se podrá tomar el tradicional chocolate santafereño bien parveado, o el típico tamal de la sabana cundi boyacense.

Así es la Bogotá del siglo XXI, una ciudad llena de contrastes que durante casi cinco siglos ha moldeado la identidad de los colombianos, la tierra de todos donde abundan las oportunidades, donde la economía, la política y la cultura, hacen un tríptico que bulle en cada esquina de esta gran metrópoli.