Por naturaleza nuestra tierra es ribereña y calentana debido a los dos ríos que la bordean, hasta el punto de formar media isla. De sus aguas han salido una gran variedad de peces que han alimentado la pesca artesanal que en otros tiempos fue abundante, la cual llegó a ser parte de nuestra economía doméstica. Así lo cuenta un destacado miembro de número del Centro de Historia de la ciudad de Antioquia.

Por: Francisco Luis Guisao Moreno.
Tomado del libro La Ciudad en la Villa.

No obstante la proximidad de los ríos Cauca y Tonusco, en los cuales hay bagre, dorada, bocachico, barbudo y sabaleta, entre otros peces -con mayor abundancia en el primero-, la pesca nunca ha sido renglón destacado en la economía de Santa Fe de Antioquia, así un número reducido de personas traten de vivir de ella, o procuren complementar con ella sus ingresos monetarios o su despensa, principalmente durante la subienda, que se da en los primeros meses del año.

Para los demás es un hobby que les ofrece la posibilidad de un plato gustoso no habitual. A este respecto, en menor escala reclaman su curso las aguas del río Gualí y las de la Acequia Real, derivaciones del río Tonusco, cargadas de sabaletas y otros peces menores. La Acequia Real debió de ser construida a comienzos del siglo veinte, para el funcionamiento de la primera planta hidráulica de energía eléctrica, la cual fue instalada en 1.913, puesta en funcionamiento el 24 de diciembre. La acequia fue echada a perder, lamentablemente abandonada en los años setenta, cuando la Empresa Antioqueña de Energía asumió la prestación del servicio de fluido eléctrico.

A los ríos Tonusco y Gualí, con mayor anterioridad el Tonusco, iban las aguanderas y las lavanderas a ejercer su actividad por cuenta propia o en condición de fámulas, que a éstas se les llamaba "criadas de servicio".

En el tomo 638, documento 10.164 del Archivo Histórico de Antioquia, año 1.736, figura una solicitud de Francisco Javier Enriques a fin de que se le ampare con una pedazo de tierra "el cual está en la barranca que llama de Tonusco, y corre su longitud, desde la barranca hasta una quebradilla seca, que llaman de la Ancha bola, y la latitud desde el camino de las aguanderas, que van al Tonusco por el camino que llaman de Muriel, hasta el que llaman así mismo el de las Tabordas".

En el mismo Tomo, documento 10.163, consta que el Gobernador José Joaquín de la Rocha el 9 de julio de 1.734 dispuso que se le quitara a Juan Delgado un pedazo de tierra (merced) concedido a los "accedientes" (Ascendientes) de Javier de Ibarra, el cual recayó en Juan, por casamiento con una hermana de Javier; y ello perjudicaba al vecindario, en razón de la "mala naturaleza" de Juan; y era gravoso para el bien público porque los lavaderos del río debían ser públicos y él los tenía dentro de las cercas en que "padecían las criadas de servicio" sin tener sombrío a qué acogerse. En consecuencia, el Gobernador anuló la merced y ordenó que el cabildo no la concediera, por ser contra el común.

Para hablar de los ríos Cauca y Tonusco se necesitan palabras mayores. De sur a norte, el primero, y de occidente a oriente, el segundo. La vastedad de sus playas, ricas en arena y cascajo (material indispensable para la construcción), y en leña (elemento vital para la cocción de alimentos, de uso general antes de llegar la Empresa Antioqueña de Energía), han sido también sugerente espacio en lo que atañe a los llamados "Paseos de olla", con el ingrediente del baño en el respectivo caudal. Sin embargo, y por sobre codo, estos dos le han servido siempre a la ciudad en lo relacionado con el consumo de pescado, por tener piezas de más tamaño y de mejor sabor.

Durante la colonia la pesca de atarraya y de vara era libre en los sitios realengos. Empero, las autoridades la restringían cuando lo consideraban necesario para el cumplimiento del precepto católico de la abstinencia o vigilia, y por las dificultades naturales en orden a proveerse oportunamente en otras ciudades, villas o poblados:
En 1731 el Procurador General Francisco de Aldave en memorial dirigido al Cabildo, Justicia y Regimiento, se lamentaba de la esterilidad de pescado y consideraba que faltando este no había de qué "echar mano para los ayunos animales de temporas y vigilias". Si no se pescaba en la boca del Tonusco y no se impedía que el pescado entrara del río Cauca al Tonusco, fuera muy abundante el que tuviera. Por tanco, solicitó: "mandar que no se pesque por ningún pescador así de atarraya como de vara desde la boca del Tonusco hasta el paso que llaman de Albornos". El 16 de julio de 1.731 el Cabildo, Justicia y regimiento accedió a la citada petición. (A H. A, Tomo 638, Documento 10.155).

Hubo otras pesquerías cuya importancia quedó registrada en documentos de la época. Me refiero a varias ciénagas. Sólo he sabido el nombre de dos: La Ciénaga de la Corona", que era la más cercana de la ciudad:

"Gregario Duarte y Manuel Quintero vecinos desta ciudad paresemos ante VSSas en aquella vía y forma que más aya lugar en derecho y decimos que quando VSSas concurran a conferencias en su noble y acordado Ayuntamiento a tratar negocios pertenecientes a su Magestad (que Dios guarde) y a la utilidad del bien público, suplicamos y pedimos rendidamente se sirvan de conferir en el punto de las ciénagas y si han conocido y tienen cierta ciencia que la llamada Corona y las demás de este distrito han sido y son realengas y comunes de tiempo ynmemorial, y que por ser en esta conformidad diferentes personas pobres, que tienen el exercicio de pezcar para vestirse y mantenerse, han usado y usan de todas ellas en los tiempos de quaresma y en los demás de abstinencias de todo el año sin ympedimento, embargo ni contradición de los dueños de los territorios en que se hallan las dos ciénagas y que la referida de la Corona es la más propinqua e inmediata a esta Ciudad, y sí es espaciosa y su longitud y latitud es capaz de usarse a un mismo tiempo de diez o doze o más atarrayas sin embarazarse unas a otras para coger los pezes, y sí estos son muy gustosos y regalados y crecidos que han tenido valor cada uno de ellos de quatro, de ocho y de doze tomines de oro, y de lo determinado sobre el punto se servirán de mandarnos dar testimonio autorizado en manera que haga fee con yncercion de este nuestro pedimento para efectos que nos convienen de presentarnos con él, en el Soberano Tribunal de su Alteza señores presidente y oydores de la Audiencia y Real Chancillería de la ciudad de Santa Fee de este Nuebo Rryno.

A VSSas pedimos y suplicamos se sirvan de conferir sobre el punto que pedimos y que se nos dé el testimonio de la determinación para efectos que nos convienen para que consignamos el papel competente sobre que reciviremos merced con Justicia la qual pedimos, y juramos en devida forma lo necessario en dro...." (Firmado, año 1732). (A H. A, Tomo 638, documento 10.157)”.

El 13 de febrero de 1.732, el Cabildo dio el testimonio solicitado, diciendo:
“... Que las sienagas de este distrito an sido comunes en su pesquería para todos los que an querido pesca de ellas, y que en los tiempos de quaresma y en los demás ayunos son las que más dan avasto a la ciudad de pescado, principalmente la de la Corona por ser la más próxima a esta ciudad, y que su pescado a sido siempre el más celebrado assi por lo gustoso como por lo cresido, y que es sienaga espaciosa que lo aseguro assi, yo el dho alferez real Don Juan de Salvador de Castañeda... " (A. H.A., Tomo 638, documento 10.157)”.

Había una conocida como "La Ciénaga de Blas Días", no apta para peces porque permanecía seca en verano, y rápidamente se pudría el agua que el invierno le proporcionaba.
En el tomo 638, documento 10.162 del Archivo Histórico de Antioquia, año 1.734, se lee esta solicitud:

“Juan López y Francisco López vezinos desea ciudad ante VSSas paresemos, y dezimos que en egidos de ella se halla una sienaga que llaman de Blas Dias, baca sin dueño proprio; y porque está en tiempos de verano seca su agua, y aun es perniciosa al vesindario con la que... (palabra no descifrada) pues se muda en atascadal tan disforme, que muchos animales bacunos y cavallunos se engolfan en ella por la corta yerba, que produsse con su humedad y no pueden salir de ella; y atendiendo nosotros, que este incombeniente se puede ataxar con darle bastante... (hay una palabra que parece ser. "sombra”) a la dha sienaga para que seque; y sembrando en ella plantas de alimentos sesar tan pernisioso daño, suplicamos a VSSas nos hagan merced, de lo que ella comprehende desde sus cabezeras hasta lindar con los sembrados de Juan Antonio Correa para que assi se cuide esta vecyna, y nosotros tengamos donde cultivar la tierra pues también nos hallamos careciendo de proprios, por lo que a VSSas pedimos y suplicamos se sirvan de atender en este pedimento tanto a la necesidad, que nos urge de tierras como al yncombeniente, que evitamos a mucho vezindario, que assi mismo estamos promptos a pagar cualquier pecho, que se nos ymponga por via de proprios...".

Y en documento 10.163 del mismo como, en enero 10 de 1.735 se le solicita al Gobernador y al Cabildo:
"Francisco Lopes vezino desea ciudad como en Derecho proseda y convenga paresco ante VSSas y digo que en cavildo celebrado en dos de octubre del año proximo passado se me concedió por VSSas la siénaga de las Blas Días asta las sercas de Francisco de Layas con la pensión de lo que se practica de dos tomines por almud, de tierra, y no siendo perjudicial con consessión al público sino muy útil por no servir la tal cienaga de provecho sí de dar aguas corruptas y nocivas a las otras que pueden ynfestar este lugar mejor ùtil es, que no la ayga. Y assi se ha de servir VSSas de mandar corra la merced debaxo de las condicciones por mi pedidas que se podrán tener presentes mediante lo qual a VSSas pido y suplico se sirvan de proveer y mandar como pido por ser justicia y juro lo necessario...''.