Quienes suelen pasar por la esquina del callejón de la Alcaldía, ahí junto al remate La Rebaja, se preguntarán qué objeto tuvo ese poste de madera pintado de rojo que en la parte de arriba tiene una especie de cabeza.

Quizás la explicación la tendrán los viejos de antes que les tocó ver como la Alcaldía Municipal de principios del siglo pasado instaló una serie de postes de madera y argollas de metal en los ángulos de las esquinas y en las paredes intermedias, para que los campesinos, y sobre todo los arrieros amarraran sus bestias en calles como la de la Mocha o del Comercio los fines de semana y viernes de feria.

El historiador Samuel Aguinaga cuenta que esto fue una costumbre de principios del siglo XX cuando los bueyes, los caballos y las mulas eran los que transportaban el desarrollo de la parroquial ciudad de Antioquia, y sus dueños mientras descargaban o cargaban su mercancía sujetaban al animal de estos estantillos.

Explica que estos eran sacados de la corteza de árboles como el cedro o el piñón, lo que le daba una firmeza y una durabilidad a lo largo del tiempo, como podemos observar hoy en el poste al que ya hemos referido.

Y es que muchos recordamos los arrieros que traían su recua de bestias con la cosecha del momento, de corregimientos como Guasabra, Tonusco Arriba o las Azules. Así mismo se nos viene a la mente los vaqueros locales que de veredas cercanas como El Tunal, El Espinal y de fincas como Juan Blanco, traían en sus lomos frutas, cacao, leche y leña.

A su turno el también historiador Francisco Luis Guisao Moreno, comenta que esos elementos para el amarre eran muy comunes en la época dorada de la arriería antioqueña que perduró hasta bien entrado el siglo anterior. “Recuerdo que eran unas muladas inmensas que incluso, no solo copaban la calle Mocha, sino que llegaban también hasta el parque de La Chinca y la Calle del Medio”.

Ahora por fortuna la modernidad a través del avance en el sistema vehicular, ha dejado descansar a estos animales de carga, hoy dedicado a otros menesteres.