Quienes hoy rozan los 50 años y más recordarán muchos de los hechos y personajes que al final del siglo 20 hicieron historia y época en la ciudad del Tonusco.
Pero aquí más que lamentarnos con dejos nostálgicos por los años que ganamos o perdimos, lo que buscamos es hacer memoria y recrearnos con pasajes que hicieron de nuestra niñez y juventud momentos maravillosos e inolvidables.
Empecemos pues a revivir este mosaico de gratos recuerdos.
- Mercó con canastas y costales en los toldos de la plaza principal, sobre todo en los viernes de feria cuando llegaban los campesinos de Giraldo a vender sus verduras y hortalizas en el empedrado del parque.
- Presenció cuando los viernes de feria, la Calle Mocha o del Comercio se llenaba de campesinos y de mulas descargando sus bultos de café en compraventas como la de Toño Ospina.
- Le echó cinco al piano en la famosa tienda de Don Rafael Palacio, donde los campesinos tomaban cerveza y compraban sus víveres.
- Conoció usted el Cuido en el sector de la Barranca, (donde hoy está la ciudadela Antioquia Premium), lugar donde los arrieros llevaban sus bestias a reposar y alimentarlas con caña, panela picada y melaza.
- Fue de los que vivió la época cuando la leche la traían recién ordeñada en canecas, corpulentos vaquianos montados a caballo, quienes las vendían a las matronas del pueblo como Polonia Villa, Ofelia Martínez, Angela Urrego y Pacha Lopera.
- Fue testigo de cuando las frutas, el maíz, el café, la leche y hasta los materiales de playa eran transportados en bueyes por las calles empedradas de la ciudad.
- Presenció cuando en la víspera de feria (que eran los primeros viernes de cada mes), los campesinos de nuestras veredas y de municipios cercanos como Buriticá y Giraldo bajaban a Santa Fe de Antioquia y dormían en los amplios zaguanes y corredores de las grandes casonas, donde les daban posada por una o dos noches. A cambio muchos de ellos les regalaban a los dueños de estas viviendas, racimos de plátano, frijoles, yuca, maíz y quesitos en hojas de viao, entre otros, alimentos que después eran devueltos (en parte) cuando los invitaban a comer o a desayunar.
- Alguna vez vio cómo bajaban a los enfermos del campo en las famosas barbacoas.
- Estuvo en el Siboney, el único hotel (o motel) de la ciudad cuando era recibido por el impertinente vigilante, el gran “Marucho”.
- Le tocó la Semana Santa en el día, y cuando los sacerdotes llevaban capuchas negras o caudas en su cabeza en la procesión del viernes santo en la noche.
- Fue testigo de cuando los sacerdotes iban a la casa de los difuntos, los cantaban en latín y luego acompañaban el sepelio hasta la entrada del cementerio con ese triste coro que decía: “Quien cree en ti señor, no morirá para siempre”. El Padre Hugo Vásquez Cartagena y el sacristán Eugenio Martínez Barberi, (Caquica) fueron los últimos que hicieron parte de este rito funerario.
- Participó de una fiesta del Corpus Cristi en junio cuando en las esquinas del parque se levantaban toda clase de altares.
- Bailó o vio bailar a los campesinos por las rendijas de las casetas de guadua y paja que instalaban en el parque principal durante las fiestas decembrinas.
- Se acuerda que en las corralejas de la Fiesta de los Diablitos se tiraban bombas llenas de agua que muchos cargaban en jíqueras.
- Se aventuró a probar suerte en los juegos de azar que se hacían en el parque durante las fiestas de fin de año. Lo achilaron con el juego de la escalera, o con las ruletas en forma de caimán.
- Hizo fuerza un 29 de diciembre para que Fredy Alonso Benitez, el popular “Banano”, alcanzara la vara de premio y no desvaneciera en el intento.
- Fue de los niños que se disfrazó de diablito con el finado Mundo Vargas todos los 6 de enero.
- Le tocó jugar dominó, naipes y dados en la tienda de Luis Manco en la esquina de la Alcaldía, donde vendían las mejores arepas redondas.
- Se probó algún saco o cachaco traído de los Estados Unidos por la organización Caritas Colombia, organismo de la Conferencia Episcopal Colombiana, responsable de animar el ejercicio de la caridad, ropa que se vendía a precios módicos en la gran casona donde hoy queda el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino.
- Tomó agua de panela y comió panes de Caritas con gorgojos incluidos.
- Degustó los barquillos, las pañoletas y las galletas caladas de la famosa panadería de las Ortices, ubicada en la Calle de la Amargura.
- Compró bizcochitos y bizcochos en la tradicional casa de la Señorita Tina en el parque de La Chinca.
- Probó la deliciosa morcilla de Ramona Cruz del barrio Santa Lucía.
- Comió papas con ají picante en toldos como el de Doña Mira en el parque principal.
- Compró las famosas esteras, callanas y tinajones que hacían las típicas alfareras de El Espinal, Obregón, Goyás y El Tunal.
- Se saboreó las deliciosas arepas de corozo en forma de triángulo de Doña Severiana en El Espinal.
- Aprendió a leer y a escribir en la inolvidable escuela de Don Domingo Vargas, que cuando algún alumno se manejaba mal amenaza con llevarlo al cuarto donde estaba la calavera.
- Su mamá le empacó Moresco en la cantimplora con forma de pescado cuando se iba a estudiar.
- Se dio el lujo de comer cofio y minisiguí en los recreos de la escuela.
- Le tocó que un maestro le pegara con una regla en las manos cuando no llevaba la tarea.
- Se voló de clases para irse a bañar con su gallada a los pozos de la raíz y el guayabito.
- Se acuerda que el balneario de la muchachada en los años 70 y 80 del siglo pasado era irse a “pisciniar” al tanque de agua verde (sin cloro) del estadero la Primavera, ubicado en el kilómetro 4 de la antigua vía al mar.
- Disfrutó de las limpias y cristalinas aguas de la quebrada La Chorquina, y sus deliciosos pozos del Ángel, la Niña y el Encajonado.
- Que las neveras de antes eran los famosos filtros hechos de dos tinajas de barro que mantenían muy fresca el agua.
- Que igualmente cuando las carnicerías quedaban en los toldos del parque y no tenían refrigeración, salaban las carnes para que duraran mucho más.
- De niño jugó a la golosa, a los catapes, al pipo, a los visos, al yoyo, al trompo, a las cometas y a los zancos hechos con tarros de leche.
- Es de los que le tocó vivir los juegos pirotécnicos en las Fiestas de San Pedro Claver cuando en las noches la vaca loca hacía de las suyas con los jóvenes de entonces.
- Bailó en el patio del Platanal (hoy hotel Caserón del Parque) con Rivera y su Combo, los Incognitos, los Llaneros Alegres o los Soviéticos de San Nicolás.
- Tuvo una cita de amor o amistad en la famosa fuente de soda conocida como La Ceiba del parque principal, donde había un piano y usted le echaba una moneda y escuchaba su canción romántica favorita.
- Igualmente bailó, fresquió o jugó billar en estaderos como la Fonda Santafereña, el Nevado, Canta Claro, el Tinajón, Los Àngel, La Clavellina, la Patada de la Mula o el Tenampa.
- Rumbeó con los Hermanos Benítez en los famosos Ranchos de Nando del Llano de Bolívar un fin de semana.
- Compró ropa o utensilios para el hogar en almacenes como el Cauca, San Andrés, Las Lozanos, Carola, El Dólar y el Diherpa.
- Llevó su bicicleta a parchar donde Humberto Durango “Tiroliso”, o al improvisado taller de Jorge Serna debajo de un mamoncillo en el parque principal.
- Le hicieron ver el diablo cuando en una herida su mamá le aplicaba el famoso mertiolate para que sanara más rápido.
- Lavó ropa en la acequia del Gualí o en el río Tonusco, o su familia contrataba a una de las lavanderas que vivían del oficio.
- Le aplancharon alguna vez una camisa o un pantalón con planchas de carbón.
- Escuchaba al medio día el radio periódico Clarín de Miguel Zapata Restrepo, las aventuras de Montecristo y La ley contra el hampa”.
- Oía también las radionovelas de Kalimán o Arandú por Todelar a las 6 de la tarde mientras comía frijoles con arepa.
- Veía programas de televisión en los años 60 y 70 como Yo y Tú, Plaza Sésamo, Animalandia, el Topo Yiyo, la Familia Ingalls, Bonanza, el Santo, Bareta y la Pantera Rosa.
- Asistió a la famosa hora santa que inició el Padre Carlos E. Vanegas en el templo de Santa Bárbara, todos los jueves vísperas de feria, hora que reunía a muchos campesinos hasta altas horas de la noche.
- Vio cuando los curas salían con el carriel terciado al hombro los viernes de feria a pedirle el diezmo a los campesinos.
- Le tocó que lo metieran al calabozo en una batida de la Policía cuando era agente el temible “Murillo”
- En su infancia recuerda personajes típicos como Darío Ocampo, (Darío Loco), la Cuchipla, el Gavilán Pollero, Martín Aguacate, Guanabano, Pepa Godoy, Juancito Peo, Ernesto La Firma, Caquica, Titingue y Juanchupe.
- Le tocó cuando aquí hubo una cárcel de mujeres, la cual estaba ubicada detrás de la Alcaldía, donde hoy están las oficinas de Tigo-Une, diagonal al Hogar Juvenil Campesino.
- Se bañó con los famosos jabones de tierra elaborados artesanalmente con grasa animal, ceniza vegetal de la quema de leña o carbón, zumo de limón, arcilla, agua y aloe vera. Decían que servía para controlar los piojos, la caspa y hasta las callosidades de los pies, codos y rodillas debido a sus propiedades exfoliantes.
- Fue alguna vez a los famosos baños termales que estaban ubicados en la vieja vía para Urabá. Recuerda usted que eran atenidos por el señor Amado Yepes.
- Acostumbraba ir al Tonusco a pescar sabaletas, a hacer cambú, y a comer cocada de coco.
- Se embarcó en neumático en las corrientosas aguas del Tonusco desde el kilómetro cinco hasta la desembocadura del río en el Cauca.
- Estuvo en las lomas de Alonso elevando cometas y comiendo guayabitas agrias.
- Vivió las veladas de viernes cultural en el Instituto Femenino Santa Fe donde, hoy Casa del Sacerdote.
- Hizo parte de los cantantes del concurso de la canción infantil de la recordada emisora R.C.A Radio Ciudad de Antioquia en el antiguo colegio San Luis Gonzaga.
- Tiró totes, papeletas y chorrillos en las vísperas de las fiestas decembrinas.
- Se asustó con espantos como el Gritón de Juan Blanco y el Padre Sin Cabeza.
- Gozó del cine callejero que era proyectado desde un carro que promovía la fumigación en contra de la malaria, cine que se veía en una de las paredes del almacén Suyo.
- Vio andar por nuestras calles el famoso coche del Hotel Mariscal Robledo que paseaba turistas por el centro histórico.
- Le tocó cuando las basuras las recogían en la volqueta del Municipio, que luego las llevaban al botadero de la vuelta de la miel, en la vía que conduce al puente de Occidente.
- Llenó álbumes de historia natural con las láminas o caramelos que venían en las chocolatinas Jet.
- Cuando se descompuso un pie o una mano fue donde un sobandero como Don Segundo Serna, quien a través de secretos reacomoda los tendones a su lugar.
- Conoció al Padre Villa que le regalaba cuadernos y lápices de Coltejer a los niños.
- Asistió a una novena de difuntos con Emilio David, más conocido como Emilio “Marica”, quien también arreglaba los muertos antes de velarlos.
- Se acuerda cuando venía a la ciudad José León Villegas Vélez, más conocido como la Macuá, el más famoso homosexual que tuvo Medellín en la década de los 70 y parte de los 80 del siglo pasado. Se dio cuenta que armaba tremendos shows en hoteles como el Mariscal Robledo y el Campin de Occidente.