Muchas emisoras comerciales han cerrado sus puertas por culpa de la pandemia, su funcionamiento y tamaño siempre han dependido de la pauta que llegue a sus escritorios. Grandes nombres de ellas han desaparecido del dial, y muchas ya manifiestan que sus ingresos se ven menguados, pues ha habido cancelación de contratos y servicios a su interior, con grandes perjuicios para sus empleados.

Por todos los municipios existen unos medios que mantienen abiertas sus puertas, emisoras comunitarias que jamás han vivido en la opulencia, pero que han encontrado su forma de sobrevivir en el ingenio, en la pasión, en las ganas y en los deseos de sus "gomosos" periodistas, locutores y líderes comunitarios que aman la radio, la comunicación y el verdadero servicio.

Las emisoras comunitarias se han convertido en los verdaderos medios de servicio a la comunidad; en esta época de pandemia han informado de las medidas sanitarias a los campesinos que no tienen internet, y hasta para educar a muchos jóvenes han servido, estudiantes que a través de sus ondas hertzianas reciben sus tareas ante la ausencia del anhelado, pero lejano servicio del internet.

Los que mantienen viva está llama de la información son unos verdaderos comunicadores, muchos de ellos sin ser periodistas se las ingenian para mantener la sintonía, animan, graban, llevan música, noticias e información importante a las comunidades; además son los porteros, los aseadores y los que sirven en el tinto en estas empresas sociales, que hoy reciben el homenaje y el reconocimiento de miles de oyentes, al cual se suma EL OCCIDENTAL, como una forma de visibilizar la verdadera vocación de servicio de unos personajes que diariamente se sientan detrás de los micrófonos, para dar lo mejor de sí, y mantener animada a unas comunidades que muchas veces las únicas voces que escuchan, son las de estos desconocidos amigos de las emisoras comunitarias.