A propósito de los 80 años que cumple en este 2023 la construcción del monumento en honor al fundador de la ciudad de Antioquia, el Mariscal español Jorge Robledo, es bueno traer a cuento las leyendas fantásticas que algunos han recreado en su falsa imaginación, como aquella de creer que la Amerindia que está en uno de los costados de la estatua lleva entre sus manos un miembro viril.

Desde hace algún tiempo, algunos guías turísticos locales y venidos de otras tierras, han querido distorsionar la historia, inventando una serie de cuentos y fantasías en torno a personajes de la época de la conquista que fueron inmortalizados en imponentes estatuas.

Es el caso del monumento al Mariscal Jorge Robledo ubicado en el parque que hay contiguo al templo de La Chinca, que en uno de sus costados tiene la imagen de una mujer española y por la otra la de una indígena.

El gran monumento puesto en este sitio en enero de1943 con motivo del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Antioquia, es obra del escultor antioqueño Constantino Carvajal, quien quiso representar las dos culturas, la española y la americana que tantas rivalidades y desencuentros tuvieron hace cinco siglos atrás.

Por ejemplo, como dice el Presidente del Centro de Historia Gonzalo Hernández Aguirre: “Al frente del templo de Nuestra Señora de Chiquinquirá, hay quienes empiezan su disertación mencionando que se encuentran ubicados en el parque de la Chinca, y ni siquiera se imaginan que la Plazoleta se llama José María Martínez Pardo, y el Parque lleva el nombre del Mariscal Jorge Robledo; entre su discurso aseveran que las dos mujeres que se encuentran al lado de la estatua de Mariscal Robledo, tuvieron un romance con el Mariscal, y que la indígena llena de cólera por su celos le cercenó el miembro viril, por lo que muchos piensan que lo que lleva en su mano derecha.

De acuerdo con la explicación que da el recordado profesor e historiador Samuel de J. Cano en su libro No Matarás: “la escultura de la india colocada al lado izquierdo del pedestal de la estatua del Mariscal Robledo que algunos denominan Catalina, es el centro más calumniado por propios y extraños. El conjunto escultórico que conforma la estatua del conquistador Jorge Robledo fue atentamente vigilado por la junta del cuarto centenario de la fundación de nuestra ciudad, el cual estuvo presidido por el Presbítero e historiador Francisco Luis Toro Correa.

Dadas las calidades morales de los escultores y de los conformantes de la junta, entre quienes estuvieron el doctor Fernando Gómez Martínez, resulta imposible pensar como morbosamente piensan los profanos, que el objeto que la India sostiene en su mano derecha es un falo o pene que: “dizque la aborigen presa de los celos le cortó a su amante para enviarlo así cortado a su rival”.

Así como en este macabro y enfermizo decir, se ha venido distorsionando la verdadera razón del mencionado objeto, que no es más que un HUSO, “el instrumento manual generalmente de madera, redondeado, más largo que grueso, que va adelgazándose desde el medio hacia las dos puntas, y sirve para hilar torciendo la hebra y devanar en él lo hilado”.

El huso en la izquierda y la mazorca de maíz en la derecha, significan, el primero, el principio desde los orígenes de la pujanza textil de los antioqueños, y la segunda el principio fundamental alimenticio del pueblo paisa. Es por ello que obedeciendo a estos antecedentes culturales, el escultor quiso representarlos en las manos de la indígena amerindia, que con su homóloga en sexo que no de raza que se levanta en la cara opuesta del pedestal, contribuyeron al forjamiento de la formidable raza antioqueña.

Quede pues exonerada Catalina que así se llamó la madre de Alonso y de María Rodas Carvajal, o la otra indígena a quien Don Constantino Carvajal quiso representar, de los fanáticos cargos que han querido hacerles quienes se obnubilan en tan lamentables confusiones”.