El aumento de la población palomar en nuestro territorio es un tema que preocupa, y al cual no se le ha prestado la suficiente atención. Basta ver la fachada de la Catedral o inmuebles como la emblemática Casa de los Corrales, para comprobar el deterioro que causan en su estructura los corrosivos excrementos. Pero qué tanto afecta esta problemática, y qué acciones se van a emprender desde la Alcaldía. Aquí se lo contamos.
Nadie sabe cuántas palomas hay en el parque de Santa Fe de Antioquia, pero lo cierto es que cada día crece de manera incontrolada la población de esta ave que para muchos es el símbolo de la paz, aunque para otros es el símbolo de la suciedad y las enfermedades.
Y es que como sucede en otras ciudades de Colombia y el mundo donde hay grandes edificaciones patrimoniales como iglesias y caserones, la proliferación indiscriminada de este animal las ha puesto en el ojo del huracán, hasta el punto que las autoridades han tenido que recurrir a toda clase de estrategias y defensas para salvaguardar las fachadas, ventanales, aleros y tejados de esos inmuebles.
De hecho en Santa Fe de Antioquia desde la Secretaría de Desarrollo Económico Rural, Turismo y Medio Ambiente de la Alcaldía Municipal, se vienen adelantado campañas que invitan a nuestra población a no contribuir al aumento de su población con mensajes como estos: “Evita alimentarlas, cuida tu salud. Ellas pueden transmitir más de 10 enfermedades que afectan nuestro bienestar. Ayúdalas a ser independientes y a controlar su población. Al no alimentarlas contribuimos a que su excremento no deteriore nuestras fachadas y techos coloniales”.
ALTERNATIVAS DE CONTROL
Al respecto EL SANTAFEREÑO consultó la opinión de la médica veterinaria Katerine Vargas, adscrita a la Secretaría de Desarrollo Económico Rural, Turismo y Medio Ambiente de la Alcaldía Municipal, quien nos informó que en efecto desde este despacho se vienen buscando alternativas con el fin de buscar las mejores soluciones para contrarrestar esta problemática, que día a día viene afectando la presentación de monumentos como nuestra Catedral Basílica Metropolitana, el propio Palacio Consistorial, y la Casa donde vivió la familia de Juan del Corral (al frente del museo), pues su excremento es muy corrosivo, fuera de que se constituye en un riesgo para la salud pública con las llamadas enfermedades zoonóticas.
De acuerdo a lo dicho por la funcionaria, en los últimos años se vienen estudiando algunas posibles soluciones, no para erradicarlas o acabarlas, pero sí para controlar su población, que cada vez más va en aumento con todos los perjuicios que eso acarrea.
“Hace unos dos años comenzamos a intervenir esta situación; lo primero que intentamos utilizar fue un antiparasitario, no un anticonceptivo o esterilizante como se pensó; un antiparasitario que tenía un efecto secundario, el cual disminuía la postura de huevos; no obstante se observó que este método no era muy viable porque las palomas que más comen son las que menos huevos ponen; y segundo porque ese antiparasitario que se les daba, también era consumido por otro tipo de aves, lo que se constituía en un riesgo que podía amenazar otro tipo de aves nativas de nuestra región. Igualmente se pensó en otro tipo de control biológico como introducir la presencia de halcones en la periferia, pero a la final se vio que se podría causar un desequilibrio ambiental, por lo que esa opción quedó descartada. La otra opción que había era capturarlas, tomarles unas muestras y reubicarlas en lugares diferentes, pero llevarlas para otro sitio a que causaran los mismos problemas, a la final nos dimos cuenta que tampoco era lo más conveniente”, anota la médica.
EDUCACIÓN AMBIENTAL ES LA CLAVE
Pero a todas estas, faltaba la voz de la academia, y fue cuando desde la Universidad de Antioquia le recomendaron a la Secretaría de Desarrollo Rural, Turismo y Medio Ambiente del Municipio, que la mejor manera de tratar esta problemática era con la educación ambiental, desde las escuelas y desde todos los escenarios posibles, donde se informara y se explicara de forma didáctica el mundo natural en que viven este tipo de aves y los alimentos que deben y no deben comer, porque como lo afirma la médica veterinaria, “algunos piensan que si los seres humanos no las alimentan, ellas se mueren de hambre, sabiendo que estos animales hacen parte de un ecosistema que es perfecto, y que la misma naturaleza les provee de todo para vivir a plenitud, sin la ayuda de nosotros. No en pocas oportunidades se ha observado como la gente entra a un supermercado a comprar la bolsa de maíz, o se va a la panadería para luego darle migas de pan, o entra a un restaurante y después le da las sobras, alimentos que sin saberlo son perjudiciales para ellas porque no es lo que comen en condiciones naturales. En efecto, y según la ciencia veterinaria, este tipo de aves son capaces de conseguir su propio alimento de manera natural, el cual se encuentra en las raíces, semillas, frutas, rebrotes de plantas, gusanitos, lombrices e insectos. No obstante, si también se les ofrece maíz, pan, papa, yuca y hasta carne, es posible que tengan un desequilibrio y un desbalance nutricional en su dieta alimenticia, que en últimas pueda causarles la muerte, como muchas veces ha ocurrido. De hecho los jardineros del parque principal han encontrado dentro del jardín palomas muertas debido a esta situación. Tanto o más pueden sobrevivir sin el alimento que les da la gente en la calle, que durante esta cuarentena decretada por la pandemia, las palomas no se murieron de hambre y están más fuertes que nunca, por lo que buscaron sus alimentos de manera natural”, subraya la funcionaria de esta dependencia.
EL PROPÓSITO NO ES ACABARLAS, SINO CONTROLAR SU POBLACIÓN
Con todos estos antecedentes, para la Secretaría de Desarrollo Rural, Turismo y Medio Ambiente del Municipio, la idea no es erradicar ni acabar a la población palomar de la plaza principal, el propósito real que se tiene es controlar su proliferación, pues son aves que hacen parte del paisaje y más que han simbolizado la figura de la paz.
En ese sentido, EL SANTAFEREÑO conoció que desde la Administración Municipal se proyecta hacer una gran inversión en los próximos tres años para alcanzar el objetivo de reducir un poco su presencia en nuestro hábitat, primero empezando por una gran estrategia de educación ambiental y sensibilización a nativos y turistas, para que abandonen la costumbre de alimentarlas, porque ellas en condiciones normales, por ejemplo, pueden poner cinco huevos al año, y cuando se sobrealimentan con todo lo que la gente les da, pueden llegar a incubar entre 10 a 15 huevos.
En segundo lugar se buscarán estrategias de protección que conserven las edificaciones patrimoniales como las catedrales, casonas y monumentos públicos, estrategias que van desde instalar unos dispositivos conocidos como disuasores, los cuales son muy comunes en ciudades y pueblos de Europa, disuasores que son como unas barreras físicas que cuentan con unos chuzitos de alambre que son imperceptibles a simple vista, los cuales evitan que ellas se posen sobre las edificaciones y empiecen a buscar otros lugares.
En fin, son muchas y variadas las alternativas que hoy se presentan para atajar la super población de palomas que hoy aqueja al centro de la ciudad, edificaciones que irónicamente no tiene paz con el símbolo de la paz.
Palomas tienen en jaque campanario y techo de la Catedral
“La presencia constante de las palomas en las alturas catedralicias, tiene no sólo sucio el campanario, sino también el techo de la iglesia que hoy está lleno de goteras”. Así lo informó a EL SANTAFEREÑO el párroco de la Catedral Basílica Metropolitana, Carlos Enrique Bedoya Restrepo, quien se mostró un poco contrariado por los daños que estas aves causan al máximo símbolo religioso y arquitectónico que tiene la Ciudad Madre.
“Tienen vuelto nada la torre del campanario, a pesar de que se le pusieron mallas protectoras por todos sus costados. Y ni que decir de los techos donde las palomas tienen sus nidos debajo de las tejas, lo que nos está causando un problema de goteras tremendo. Uno las escucha gorgojiando por el techo, moviendo esas tejas, y en el invierno se sufre demasiado porque hay unos lugares donde caen goteras por montones”, se lamenta el Padre.
Relata que la Catedral por fuera está desprotegida, pero por dentro se ha asegurado de que no entren. De hecho tienen aseguradas todas las ventanas, y recientemente le tocó poner una segunda malla en la parte inferior de las puertas laterales: “Se colocaron unas mallas arriba porque yo copié la experiencia del templo de Santa Gertrudis en Envigado. El párroco de allá me aseguró que las palomas solo entraban volando alto por la parte de arriba de las puertas, pero resulta que las palomas de aquí son más astutas, porque no les valió eso; ellas volaban altas, pero al posarse en el atrio, volaban luego bajito, entrándose al interior del templo, por lo que tuvimos que poner esas dos mallas más en las entradas laterales”, explicó el religioso.
Agrega que en lo personal se ofusca cuando la gente empieza a darle tanto alimento. “A estas aves no hay que darles la comida ya que ellas se la rebuscan en los árboles y jardines, pero si en el parque tienen buena comida y luego tienen donde meterse a dormir y anidar, pues claro que cada día se irán multiplicando. Por eso hay que adelantar una gran campaña, porque mientras no haya una regulación de la autoridad, es muy difícil controlarlas”, sentencia el Padre Carlos Enrique.